Los tópicos caen solos cuando uno palpa Sudáfrica, donde la diversidad de población, de idiomas, de naturaleza y clima es tan sorprendente como la mezcla visible de un país en el que el golf también ofrece alicientes y unos magníficos campos.

La excusa venía dada por la celebración del Nedbank, que se disputa en el Gary Player Country Club, en Sun City. Y el resultado fue completar uno de esos viajes que no pueden olvidarse. ¿Nos acompañan?

Llegamos a Johannesburgo después de una noche en el avión, pero con sólo una hora de diferencia respecto a España, con lo que el “jet lag” no se acusa. Un paseo por la ciudad nos permitió compararla con ciudades europeas, donde el contraste de edificios modernos y otros de menor calidad y habitantes que se ganan la vida de forma tradicional o poniendo su negocio en la calle (curioso el amplio muestrario de ofertas de peluquería en las aceras), nos hicieron disfrutar de una ciudad que en nada parecía que estuviese a tantos kilómetros del viejo continente europeo.

Panorámica del Gary Player Country Club, en Sun City, escenario del popular torneo del Millón de Dólares.

Dudamos en recorrer las dos horas en coche hasta Sun City, “Las Vegas” de Sudáfrica, pero nos decidimos por hacer algo de turismo local antes de conocer la singularidad de este epicentro del juego y del glamour. Un pequeño avión de 27 plazas nos desplazó en apenas media hora a Phalaborwa, en el noreste de Johannesburgo, lindando con el Parque Nacional Kruger, el más extenso refugio natural de la fauna autóctona sudafricana. Allí nuestra curiosidad profesional nos llevó a descubrir el campo de golf Hans Merensky, un recorrido abierto al juego en 1967 y considerado uno de los mejores campos del país. Salir a jugar nos permitió adentrarnos en un paisaje cubierto de árboles, con abundancia de lagos que sirven para algo más que para perder bolas: sirve de alojamiento para hipopótamos y otras especies, además de cómodos manantiales para la fauna del Kruger, que acude puntual a la caída de la tarde para saciar su sed. Sinceramente no nos atrevimos a pedir permiso a los impalas, ni a los kudus, ni a los monos y contemplamos atónitos el espectáculo de decenas de animales cruzando las calles del campo.

Estas escenas no se dan, evidentemente, en todos los campos de Sudáfrica, pero son habituales en los recorridos cercanos a los parques naturales.

Safaris y Lodges

Sudáfrica posee 17 parques nacionales, áreas de conservación ecológica y de interés natural. El más conocido es el Parque Kruger, donde viven más de 140 especies de mamíferos, pero todos ofrecen facilidades para alojarse dentro del parque o en sus inmediaciones. Estas reservas son las que destacan por sus ecosistemas de flora y fauna y en ellas, cuando salgan de safari fotográfico para contemplar a los animales en su hábitat, conviene llevar ropa cómoda, calzado resistente y ropa de abrigo para los safaris de primeras hora de la mañana y para la última hora de la tarde-noche.

Hay algunos “lodges” (hoteles dentro de las reservas privadas) de lo más exclusivo, donde se garantiza una excelente comida, una atención personalizada al cliente y la incierta pasión de salir en vehículos descubiertos para buscar los animales y verlos en su salsa. Seguir sus rastros y observarlos puede ser tan gratificante (si se ven) como frustrante (si no se ven), pero lógicamente eso es algo que nunca se puede garantizar, aunque se haga. Pero es una experiencia única la posibilidad de dormir una noche en la sabana sintiendo a pocos metros la presencia de los leones o disfrutando de las estrelladas noches de los cielos africanos. Algunas de las más notables reservas son: Singita, con una bodega impresionante; Sabi Sabi, en varias oportunidades declarado mejor lodge del país; Selati, donde pernoctaron los reyes de España hace unos años; Entabeni, con dos campamentos de diferentes vistas pero igualmente emocionantes; Londolozi, con jacuzzi privado en la terraza de cada habitación…

La vida de los animales en su hábitat en uno de los grandes atractivos que disfrutan los visitantes.

Parque Kruger

Es el mayor de los parques naturales sudafricanos y tiene el honor de haber sido uno de los primeros espacios protegidos del mundo. Se constituyó en 1898, dos décadas después del famoso Yellowstone, en Estados Unidos, primer parque natural del mundo.

El Kruger debe su nombre y su creación a Paul Kruger, presidente de una de las repúblicas “boer” que lucharon por su independencia frente a los británicos entre 1880 y 1902. Cuando Kruger decidió su creación, el parque estaba acosado por la caza incontrolada, el comercio del oro y las epidemias. Como dato a tener en cuenta se habla de que los elefantes que había en el parque a principios del siglo pasado eran nada más que… cinco ejemplares.

El actual Parque Kruger ocupa casi dos millones de hectáreas del noreste de Sudáfrica, 350 kilómetros de norte a sur (casi de Madrid a Córdoba), con una anchura mínima de 40 kilómetros y una máxima de 80. Kruger creó las leyes para que se convirtiera en espacio natural protegido y fue uno de sus ayudantes, James Stevenson Hamilton (“skukuza” para los nativos, que significa “el hombre que todo lo cambia”)  quien afrontó la tarea de proteger lo que actualmente es el principal santuario de la vida salvaje en Africa, libre de la mosca tse-tse (propagadora de la enfermedad del sueño) desde 1953.

Los visitantes pueden recorrer el parque durante las horas que permanece abierto (habitualmente de 5,30 de la mañana a 6,30 de la tarde) y, también, alojarse en los alojamientos públicos de su interior. La entrada principal al parque se encuentra junto al aeropuerto Skukuza, a una hora de vuelo de Johannesburgo.

 

Sun City

Panorámica del recorrido de Lost City, en el resort de Sun City, con el Hotel Palace al fondo.

Aquí la realidad supera a la imaginación, dominando el entorno las majestuosas siluetas del Palace Hotel. Todo a lo grande, todo tipo de posibilidades deportivas, todo tipo de ocio y atracciones, adornado por las luces multicolores del paraíso del juego en el Entertaiment Center, a unas centenas de metros. Por tener, hasta playa artificial (¡con olas!) hay entre las instalaciones que han cambiado la fisonomía de este antiguo cráter donde se asienta Sun City, donde la vegetación es tan abundante, que se ha convertido en una auténtica selva “civilizada” para que uno pueda perderse en ella sin temor. Aunque el golf es parte vital del complejo, con dos recorridos maravillosos, no pudimos abstraernos de una visita a la granja de avestruces, el ave más grande del mundo, cuyos huevos equivalen a doce de gallina. Tampoco quisimos perdernos una granja de cocodrilos que exhiben en Sun City, pero aquí cuidamos muy mucho de dejarnos picotear el anillo de boda, que tanto llamaba la atención a los avestruces más pequeñas. También lo anuncian en el recorrido de Lost City, para que no busque su bola si cae en una poza de uno de sus pares 3, donde dormita una colección de cocodrilos, a los que despiertan de vez en cuando las bolas que no alcanzan el green.

Naturalmente, es obligado tomar una bebida en cualquiera de las apetecibles piscinas del complejo y cenar en alguno de sus variados restaurantes, de cocina diversa y, desde luego, internacional.

Precisamente con el tema de la comida no tendrá problemas en Sudáfrica y no le será difícil encontrar buenos restaurantes, incluidos como decimos los de los hoteles que, contrariamente a lo que se piensa, suelen tener mucha calidad. También los vinos merecen un elogio encendido, como uno de los símbolos del Cabo. En el valle cuentan actualmente con casi 300 bodegas que exportan casi todo lo que producen. En las carreteras que salen del Cabo se indican 15 rutas del vino que pasan por sus principales capitales. Muchas de estas bodegas centenarias están abiertas al público, tienen museos, tiendas y restaurantes e, incluso, algunas ofrecen servicios de hotel de lujo.

Otra perspectiva del trazado de Lost City, donde, efectivamente, uno parece «perderse»…

Dos de los minerales mundialmente más valorados tienen en Sudáfrica una enorme tradición: oro y diamantes. Sudáfrica posee más de la mitad de las reservas mundiales de oro y es el principal exportador de diamantes. El proceso de extracción, en ambos casos, es laborioso y complejo. Cada tonelada de piedra obtenida en una mina de oro supone una media de 5,6 gramos de oro y cada tonelada de piedra de una mina de diamantes supone en realidad 6,7 gramos de este obsequio “para siempre”.

Un mundo en un país ha sido una definición utilizada publicitariamente. Pero nada más acertado. Jugar al golf y bañarse donde se confunden los dos océanos. Admirar distintos tipos de naturaleza. Gozar de las modernas comodidades en las ciudades o disfrutar de la aventura asomando la cabeza por la puerta de la habitación… para ver a cincuenta metros cómo los hipopótamos retozan en el agua. Contrastar las luces multicolores del paraíso del juego con la serenidad de una noche de luna en una reserva de animales, con multitud de puntos de luz (¿ojos?…) frente a ti.

Cuando el obispo de Ciudad del Cabo, Desmond Tutu, acuñó la denominación de “la nación del arco iris”, estaba lejos de imaginar que posteriormente la haría suya Nelson Mandela para explicar la diversidad de un país en el que se hablan once lenguas oficiales, se practican gran parte de las religiones conocidas y conviven gentes procedentes de todos los rincones del mundo.

Datos de interés:

Apoyo

Hay una compañía española, dirigida por el asturiano José Luis Lueje, en la que puede encontrar todo el apoyo profesional necesario para cumplir cualquier deseo en Sudáfrica: viaje de incentivos, deportivo, de aventura, de caza, etc…

Su correo electrónico es jose@valueco.com y su número de teléfono es el +27 832 554 929.

Idioma

El inglés es el idioma más utilizado en el país. La mayoría de los carteles y señales están indicados en inglés y en afrikann.

Requisitos de entrada

Los miembros de la Unión Europea no necesitan visado, únicamente pasaporte en vigor.

Horarios comerciales

Los horarios comerciales son de 8 de la mañana a 5 de la tarde, de lunes a viernes y de 8 a 1 de la tarde los sábados. No obstante, hay modernos y bien dotados centros comerciales que suelen prolongar sus horarios y algunos, incluso, abren los domingos.

Moneda

La moneda local es el rand, que se divide en cien céntimos. El valor actual del rand con relación al euro es de 8 rands = 1 euro, pero lógicamente fluctúa según el mercado de divisas.

Electricidad

La mayoría de los hoteles utiliza en las habitaciones enchufes de tres clavijas, aunque suelen proporcionar adaptador.

Epocas especiales

Golf. El buen clima de que goza Sudáfrica permite practicar el golf a lo largo de todo el año. Hay magníficos campos a lo largo y ancho del país, como el Gary Player Country Club (Sun City); Lost City, junto al anterior; The Links, en Fancourt, donde se ha jugado la Presidents Cup; Erinvale, donde se disputó la Copa del Mundo; The Royal Cape, el campo más antiguo de Sudáfrica; The Royal Johannesburgo, el segundo más antiguo; Zimbali Lodge, al norte de Durban; el exclusivo Leopard Creek; etc…

Ballenas y tiburones

Se empiezan a avistar ballenas hacia el mes de junio, aumentan considerablemente entre agosto y primeros de septiembre y abandonan las costas sudafricanas en noviembre. A dos horas de navegación, también se pueden contemplar ejemplares del gran tiburón blanco.

Ejemplares de león en una granja de recuperación de animales.

Los “cinco grandes”

En cualquier época del año se puede disfrutar de la emoción de ver a los “cinco grandes” de la vida animal sudafricana: león, leopardo, elefante, búfalo y rinoceronte. Sin embargo, por el estado de la vegetación, que les ofrece menor protección visual a estos mamíferos que impresionan y cautivan, es en julio y agosto cuando resulta más fácil verlos.

Caza

La caza en Sudáfrica es abundante y está perfectamente regulada, con unas capturas anuales determinadas para mantener el sistema cinegético. Cualquier época es buena para cazar, siendo aconsejable hacerlo en compañía de los cazadores profesionales. Cada animal tiene un precio determinado que es bueno conocer.


Jesús Ruiz Golf