Pues sí. Hideki Matsuyama, el jugador de 29 años que afrontaba su décima participación en Augusta, ha escrito una página histórica en el Masters al convertirse en el primer japonés que consigue la chaqueta verde.

Tras la sensacional vuelta del sábado, con la que  accedió al liderato con cuatro golpes de ventaja, afrontó la jornada final con enorme seguridad y, a pesar del bogey en el 1, recuperó inmediatamente el 11 bajo par con que comenzó la última vuelta hasta el birdie que firmó en los dos últimos hoyos de la primera parte. Así, acumulaba suficiente ventaja para afrontar la segunda vuelta de Augusta, en la que suele decidirse el torneo con un habitual baile de resultados. Esta vez, sin presión por detrás, Matsuyama siguió jugando cómodo y confiado, aumentando incluso su ventaja… hasta que se vio campeón y se le aflojó el swing: hizo bogey en el 15, 16 y 18 para acabar con 73 golpes, -10 en el total, ganando por un golpe a Zalatoris.

Los nervios se acumularon entre quienes se disputaban el segundo puesto, al que renunciaron pronto Justin Rose (tres en los cinco primeros hoyos) y Corey Conners, que quedó rezagado con el doble bogey del 7.

Xander Schauffele, se postuló como aspirante acumulando dos golpes bajo par más a su resultado inicial de -7 y llegó a estar a dos golpes del líder… antes del triple bogey en el 16, que le dejó al par del día; Will Zalatoris también ganaba dos golpes al campo para sumar -9 y ser el principal beneficiado de esta batalla subalterna, terminando segundo, a un golpe del campeón; Marc Leishman empeoró su -7, acabando quinto empatado con Rahm, y de los que estaban por detrás solo Jordan Spieth, aumentó revoluciones y ganaba dos golpes al campo que, finalmente, le sirvieron para igualar en el tercer puesto con Schauffele.

Jon Rahm empezó como un tiro, queriendo remontar y, al menos, mantener su “costumbre” de acabar entre los diez primeros, mantenida en tres de sus cuatro participaciones previas. Se impulsó con un birdie en el 1, donde casi la mete de dos y la dejó dada, y con un eagle en el 2, con un putt de unos dos metros. Luego cinco pares (en el 7 haciendo sacada de bunker y putt) y un nuevo birdie, en el 8, que le instalaba entre los diez primeros con su -4 en el total. Logrado el primer objetivo, a por nota…

En el 12 restó otro golpe al campo con un golpazo a un metro de la bandera y en el 16 sumó su último birdie del torneo, para cerrar la vuelta con 66 (la única bajo par que ha logrado en esta edición) y acabar su participación con -6 que, en ese momento, le dejaba en tercera posición. Lástima de vuelta que le faltó a su bola para birdie en el 18, porque le habría permitido compartir el tercer puesto final en lugar del quinto que ocupó.

Cumplido el objetivo de acabar entre los diez primeros, su ambición no quedó colmada, sin embargo, porque llegó al momento decisivo demasiado retrasado, sin capacidad apenas para meter presión en la lucha por la chaqueta verde.

José María Olazábal no tuvo el final de Masters que le hubiese gustado y que, posiblemente, merecía. Esta vez un triple bogey en el 7 (falló la calle por derecha, se le quedó detrás de un árbol, no pudo frenar la bola en green y acabó en bunker, su sacada llevó la bola fuera de green, el approach rozó la izquierda del hoyo y su primer putt volvió a lamer el hoyo, sin entrar) le rompió una vuelta que había comenzado de forma esperanzadora con un birdie en el 2. Sumaría otro bogey en el 8, donde los dos primeros días había conquistado un birdie, pero esta vez se perdió a la izquierda entre las flores y tuvo que dropar, antes de alternar dos bogey y dos birdies en los segundos nueve. Acabó, eso sí, en olor de multitud (dentro de lo que estaba permitido) con un birdie en el 18 con un putt de siete metros que festejó con alegría. Al final, tres más en la jornada, resultado que repitió tres días.


Jesús Ruiz Golf