Cuando Manuel Piñero llegó al golf, en España apenas había 3.000 jugadores y tres decenas de campos. Desde entonces la progresión de este deporte en nuestro país ha sido fantástica y el extremeño ahora afincado en Marbella, tras su paso por Madrid, es un espectador de excepción de este cambio en el que él ha sido uno de los artífices principales. Sus triunfos internacionales, sus colaboraciones en medios de comunicación, su actividad en la Escuela de La Quinta, su dedicación al Circuito Senior Europeo y sus trabajos como diseñador de campos de golf con la empresa Target Ingenieros suponen una magnífica tarjeta de presentación. Pero lo que distingue a Piñero, sobre todas las cosas, ha sido su tremenda voluntad por llegar a ser algo para lo que pocos le daban posibilidades. Menudo, con aspecto frágil, se esforzó en horas de gimnasio y de entrenamiento específico para poder tener la fortaleza necesaria para poder competir. Luego, se forjó el campeón…

Manuel Piñero, en una competición con estrellas de diferentes especialidades, compitiendo en lucha…
Recuerda sus inicios “con nostalgia, claro, pero satisfecho de que ese ambiente se haya superado en el golf español. Cuando yo llegué a Club de Campo (Madrid) con 10 años fue obligado por la necesidad de ayudar en casa con algunos ingresos. Empecé como caddie y algunas bolsas eran más grandes que yo, pero tenía muchas ansias de aprender y la pasión por el golf prendió en mí rápidamente. Empecé a entrenar a todas horas para poder hacerme profesional (bueno, cuando podía, porque no siempre estaba permitido) y con 16 años lo conseguí, empezando a jugar en la gira del norte con 23.000 pesetas que mis padres tenían ahorradas y que pusieron a mi disposición. Luego Patrick Edel me ayudó durante varios años, hasta que gané mi primer Open de Madrid, en 1974, cuando decidí continuar en solitario”.
Valora el crecimiento de jugadores en el golf español, lo que califica como “un fenómeno que ha sido posible, en primer lugar, por los muchos jugadores excepcionales que ha dado nuestro país, a pesar de no tener una antigua tradición de golf. Aunque hubo grandes jugadores en los años 50, los sensacionales triunfos de Severiano Ballesteros llevaron al golf español a todos los medios de comunicación internacionales como nunca antes lo había logrado otro deportista español, y eso ayudó a despertar la afición entre los españoles. También ha contribuido el turismo, que ha fomentado la creación de campos”.

Manuel Piñero junto a su hermano Alfonso, tras proclamarse campeones de España de Dobles profesionales.
Señala “que es un deporte tremendamente creativo, porque hay que inventar y demostrar las habilidades personales, y en el que el aspecto psíquico cuenta muchísimo. El golf, además, es fundamental para mantenerse en buena forma a partir de cierta edad, para las relaciones personales y, por supuesto, para la economía del país a través del turismo. Es el nuevo motor del turismo de calidad y ayuda a desestacionalizar el turismo”.
Y valora lo que supone poder jugar al golf a cualquier edad. “Se puede jugar a cualquier edad y, lo mejor de todo, se puede jugar en familia, con amigos y siempre en pleno contacto con la naturaleza, algo que hemos perdido bastante en España al haber aumentado el tamaño de las ciudades. Además se dan ahora unas condiciones que hace unos años no se daban: por un lado las económicas, que ahora permiten a más gente acercarse al golf y, por otro, la aceptación popular, puesto que ya no eres un bicho raro si juegas al golf, como sucedía antes”.
Ahora, apartado de la competición, que ya es solo un disfrute, vive apegado a otras actividades, “sobre todo a mi labor como diseñador de campos de golf con Target Ingenieros, que me dan dos satisfacciones primordiales: las de ver cómo progresan los amateurs en el juego y las de ver terminado un nuevo recorrido para que disfruten nuevos aficionados”.

Manuel Piñero saliendo del gimnasio del Real Madrid, donde comenzó a mejorar su rendimiento físico.
Dejó la competición relativamente pronto, “quizá porque empecé muy joven a competir, pero estuve en esa primera línea durante casi veinte años, que es mucho tiempo. Cuando nació Laura, nuestra primera hija, coincidió con un momento en que había cumplido todos mis objetivos deportivos, incluso había jugado y ganado la Ryder Cup en la reconquista europea después de 13 ediciones sin ganarla. A partir de ese momento noto que se me hace cada vez más cuesta arriba estar varias semanas seguidas fuera de casa y me empiezo a cuestionar si merece la pena continuar. Dos años después me proponen ir a La Quinta y a partir del nacimiento de Natalia, en 1988, bajó mi dedicación a la competición. Luego, además, comencé a integrarme en el diseño de campos y fui cambiando los valores”.
No pudo ganar ningún “grande”, pero es “algo que hay que aceptar. Me hubiese gustado ganar uno, pero no pudo ser por varias razones. En mi mejor época no había muchas posibilidades de jugar en Estados Unidos y el único que podía haber conseguido, el Open Británico, no lo gané por falta de condición física, porque me faltaba un poco de distancia con el driver, un poco más de potencia. Pero corazón, técnica y juego tenía suficiente para haber conseguido alguno”.
Fue pionero en la inclusión de la preparación física en el golf profesional español y le hace gracia “ver que lo que entonces era chocante, en la actualidad se considera fundamental en todos los deportes y también en golf. Por mi constitución física era primordial para mí llevar a cabo unos entrenamientos específicos para el golf de alta competición. Y está claro que fue un acierto el trabajo que realicé con mi preparador físico, José Luis Izquierdo, recuperador de los jugadores del Real Madrid que estaban lesionados. Gracias a eso yo pude tener el fondo suficiente como para aguantar la dureza de la competición y ganar con 20 años mi primer Campeonato de España”.

Manuel Piñero recibiendo la copa como ganador del Open de Madrid, en Puerta de Hierro.
Título que todavía hoy, considera su mejor recuerdo. “La satisfacción que tuve cuando llamé por teléfono a mis padres para decirles que era campeón de España no he vuelto a sentirla nunca más. Luego he conseguido triunfos seguramente más valorados por el público, como el P.G.A. británico en el que participaban los mejores jugadores del mundo en ese momento (Player, Watson, Seve, etc…), pero yo me quedo con esa primera victoria.
Así es…
Manuel Piñero nació en Puebla de la Calzada (Badajoz), en septiembre de 1952. Con diez años llegó a Madrid y, cuando se abuela le llevaba al Club de Campo para ver si podía ganarse unas pesetillas como recogepelotas en el tenis, el golf se cruzó en su camino, porque allí se quedó como caddie. Entrenaba con un hierro 7 con varilla de madera (habituales en aquellos años) y con 16 años se hizo profesional: “Recuerdo cuando se jugó la Copa del Mundo en 1965, en Club de Campo. Yo tenía 14 años y tuve ocasión de ver a todos los grandes jugadores del mundo. Me hubiera gustado hacer de caddie para alguno de ellos, pero no me consideraban con la suficiente fuerza como para llevar aquellas bolsas, así que me quedé en la caseta recogiendo tarjetas. Para nosotros, entonces, la Copa del Mundo era lo máximo”.
Luego él mismo tuvo oportunidad de ganarlo en más de una ocasión: en 1976, junto a Severiano Ballesteros, y en 1982, junto a José María Cañizares. Ese año también fue ganador individual.
El año 1972 marcó su primera temporada completa en el circuito europeo, en el que ha sido cuarto en 1976 y 1977 y quinto en 1981 y 1982.
En el circuito europeo ha conseguido nueve victorias: el Open de Madrid (1974, 1981 y 1985); el Open de Suiza (1976 y 1981); el Volvo P.G.A. (1977); el English Classic (1980); el European Open (1982) y el Open de Italia (1985). Además ha sido campeón de España en cinco ocasiones, cuatro de Dobles, una del Campeonato de España de Seniors y jugador de la Ryder, ganando en 1985.
Es muy conocida su habilidad con el juego corto y en 1983 acabó como líder en la estadística de putts en Europa, con un promedio de 29,11 putts por vuelta.

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